La Noche de Reyes es mágica. No me la perdería por nada del mundo: la cabalgata y las caras de emoción, los nervios, las copas para los Reyes Magos, el agua para los camellos, los zapatos… El madrugón del 6 no me lo pierdo ni loca. Los gritos de emoción al descubrir los regalos, los papeles de colores volando por el salón, los «me lo han traído, mira mamá». El desayuno de roscón y chocolate con ganas de acabar rápido para seguir jugando. Los abuelos llamando para oír la emoción con la que los nietos hablan de lo que les han traído. A este batiburrillo de emociones, le sigue la merienda familiar y cierre de las Navidades. Entonces y solo entonces, tirada en mi sofá pienso, mañana empieza el cole: BENDITA RUTINA.
Me encantan todas las situaciones que son susceptibles de generar recuerdos. Creo que es la mejor herencia que se puede dejar a los hijos. Pero no me causa ningún complejo decir que acabo de las «fiestas hasta el gorro» . Entonces aparecen los madrugones para llegar al cole, los aburridos deberes de por la tarde, la lucha para que se duchen, la pelea por poner o quitar la mesa y durante un tiempo , hasta que llegue Semana Santa más o menos, me digo : Qué suerte de rutina, cómo me gusta la aburrida normalidad. Así que cuando allá por Marzo este harta y estresada he prometido retrotraerme a mi sofá para revivir esa sensación maravillosa que me hace suspirar diciendo: Bendita rutina!.
Un saludo
Feliz 2018 a todos.