Estás en el parque con tu hijo y cuando menos te lo esperas ¡Zas! pega al de al lado porque le ha quitado la pala. También en casa, cuando le dices que recoja sus juguetes. Se enfada, ves cómo se acerca y se lía a tortas contigo y cuanto más que le dices que se esté quieto, más tortas te da. Y en la guardería la profesora te dice que tu hijo ha mordido a otro amiguito cuando este no le devolvía el coche. Todo esto a muchos padres nos coge por sorpresa y nos asusta.
Para tranquilidad de todos: estos comportamientos son más frecuentes de lo que imaginamos.
Tenemos que tener en cuenta que desde el año y hasta los tres no es preocupante, ni tiene que ver con que sea agresivo. Existe un motivo para casi todos ellos: no saben contar lo que les pasa. Tienen un lenguaje muy limitado, con el que les es imposible ponerse de acuerdo con el otro niño, que tampoco tiene capacidad suficiente para llegar a acuerdos.
Que sea propio de la edad, no quiere decir que nos quedemos cruzados de brazos. Así que demos la vuelta a la tortilla y veamos esta situación como una oportunidad para enseñar a nuestros hijos a resolver situaciones sin pegar.
¿Qué podemos hacer?
Para empezar: Olvidemos las etiquetas del tipo “eres malo”, “eres un pegón”, “si pegas nadie te va a querer” solo conseguiremos que el niño se crea lo que le dices y aumente el número de situaciones que resuelva con “puños y dientes”.
En el ejemplo del parque descrito al principio del texto, con un tono de voz bajito, con firmeza y muy tranquilos podemos:
- Retirarle de la situación, en un sitio apartado de los demás, donde tendrá que permanecer no más de un minuto por año.
- Decirle de forma rotunda: “No pegues; ahora quédate aquí hasta que yo te diga”.
- Indícale que pida perdón al niño que ha pegado: le dé un beso, le cure donde le hizo daño, le preste el juguete que le pidió durante un rato… Una consecuencia que le haga consciente de su comportamiento.
- Advertirle diciendo algo así: “Ahora puedes volver a jugar con los demás pero si vuelves a pegar tendremos que irnos a casa”. Y cumplirlo o felicitarle por jugar tranquilamente con los amigos.
- Si pega en el cole y en casa podemos pedir una tutoría y hablar con la profe sin que el niño esté delante e intentar buscar consecuencias similares en los dos ámbitos.
- Alabar todas las situaciones que resuelve sin pegar: un rato de juego sin que aparezcan los arañazos, un enfado sin puñetazos, un rato de espera con lloros pero sin morder. Hay que decirle lo bien que está solucionando las cosas: “nos quedamos un rato más en el parque, me encanta cuando le prestas tus coche a Silvia.”
Si esto ocurre en varios ámbitos como el cole, casa y parque, intentar responder siempre de la misma manera. La CONSTANCIA es lo más importante y recordar que nosotros debemos enseñarles a expresar sus sentimientos y resolver situaciones de una forma adecuada.
¡¡Cuéntanos tu experiencia!!