Ayer presenté el premio al mejor juguete y juguetes del año y lo cierto es que preparando mi introducción al evento descubrí una frase sobre la que basé mi intervención y que quiero compartir con vosotros:
“EL JUEGO ESTIMULA AL NIÑO Y EL JUGUETE ESTIMULA EL JUEGO”
Partiendo de esta idea recordé situaciones con niños y constaté la evidencia de que donde hay un niño hay un juguete. Minutos después me sorprendí recordando los míos: mi Nancy, mi balón de reglamento mi caballo de Geyperman, mis patines o mi Baby Mocosete. En definitiva, “mis tesoros”.
Estos juguetes, entre otras cosas fomentaron mi creatividad. Lo sé, porque entorno a ellos generé historias que forman parte de mi memoria y porque los recuerdos asociados a ellas, son parte de mi feliz infancia.
Hay juguetes que unen generaciones enteras si en un grupo de amigos preguntas “¿a qué jugabais de pequeños?” Todos nombran los suyos y acto seguido, relatan anécdotas de sus juegos con una sonrisa nostálgica. Yo misma, a día de hoy me río con amigos y/o en familia acordándome de las historias que generamos con aquellos juguetes en nuestras tardes de juegos.
De manera que los juguetes se convierten en conductores de uno de nuestros “mayores tesoros” los recuerdos de nuestra infancia: de las tardes de plazoleta jugando a papás y mamás o a ser profesora, médico o a las comiditas. Mi hermana todavía nos recuerda en las comidas familiares que le escondíamos su muñeca preferida cuando queríamos hacerle rabiar.
Todavía hoy, me rio recordando con los amigos las discusiones en “el descampado” sobre si las chicas del barrio podíamos jugar en la liguilla de futbol o no y como llegaron a un acuerdo que me dejaba ser defensa, aunque mi conquista tuviera más que ver con que era la dueña del balón.
Mis tesoros son los recuerdos de mi infancia que se gestaron entorno a mis juguetes, posibilitadores del juego con el que cree historias, hice amigos, formé mis intereses y sobre todo me sentí feliz.
Hoy de nuevo juego a garajes, comiditas, carreras de coche, bici, patinetes y demás con la esperanza de generar en los míos su “tesoro”. Esas historias que todavía me acompañan y me hacen sonreir.
Quiero terminar igual que empecé: el juego estimula al niño y el juguete estimula el juego. Y de esta combinación atesoramos nuestros recuerdos de infancia.