Una manía es algo que realiza el niño al principio para disminuir su ansiedad. Después puede repetirla por el miedo, aburrimiento o malestar.
Casi todos tenemos alguna manía que arrastramos desde la infancia; de manera que si los adultos contamos con malos hábitos adquiridos, no es raro que los niños también los tengan.
Las manías son conductas que se repiten muy a menudo, pueden ser muy diversas. Por ejemplo las manías más frecuentes: chuparse el dedo, morderse las uñas y los dedos, rascarse, dar cabezazos, balancearse, hurgarse la nariz, hacer movimientos rítmicos, enrollarse el pelo… No os asustéis si el niño está atravesando algún periodo de angustia, preocupación, aburrimiento o excitación, ya que en estos casos es habitual que estas pequeñas manías se den de forma más frecuente.
Estos hábitos no molestan al niño, sino todo lo contrario: le producen alivio, relajación y tranquilidad. Lo habitual es que estas manías sean pasajeras y ellos mismos dejen de hacerlas. Sin embargo, a los padres sí les resulta incómodo y con toda su buena intención utilizan todos sus medios para solucionar el problema. A veces al insistir en corregirla se fomenta. Por lo tanto, evitar esta actitud es el primer paso para intentar poner fin a las manías de vuestro hijo.
Proponemos algunas pautas que pueden ayudar a controlarlas o conseguir que disminuyan en frecuencia:
- Distraer la atención del niño hablándole y dándole alguna actividad que sea incompatible con el comportamiento, como pedirle que sujete algo con las dos manos si se chupa el dedo: “Sujétame por favor estos libros que quiero cambiarlos de sitio”.
- No señalar el comportamiento y menos en público. Limitarnos a darle un objeto, una tarea, algo que no le deje seguir haciéndolo. “Llévame la leche a la cocina”, cuando se muerda las uñas.
- Acercarnos y, sin decir nada pero de forma firme, hacer un gesto que le impida seguir con la manía, por ejemplo, retirarle la mano de la nariz y luego seguir con lo que estábamos haciendo.
- Establecer con él una palabra clave que le recuerde que tiene que dejar de hacerlo, por ejemplo: “Stop”.
- Cualquier comportamiento que signifique vencer la manía tiene que ser reforzado con una frase seguida de una sonrisa, una caricia, etc: “Que bien que te metas las manos en los bolsillos”
- Repetir alguna de estas pautas cada vez que el pequeño emita el comportamiento
Las manías pueden ser muy resistentes, no debemos desesperarnos. Hay que mantener las pautas anteriores, combinarlas y aplicarlas según el efecto que vayan teniendo en el niño. Lo importante como casi siempre es, la CONSTANCIA.