Muchos padres han leído con gran atención sus libros sobre cómo educar a sus pequeños y los consejos para tener una buena relación. ¿Cuál es el motivo de centrarse ahora en la pareja? ¿Es que no se esperan los padres lo que supone tener hijos?
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que se enfrentan cuando nacen los hijos?
Cuando nacen que el bebé llora y llora todo el día y requiere mucha atención, cuando tiene dos años el niño no para de tener rabietas… todo ello genera inquietud, cansancio y conflictos que van afectando a la relación. La clave está en que hay que ir ajustando las situaciones cotidianas que al final son las que minan y generan tensión. ¿Qué hay de fondo? La comunicación. Es un tema muy manido, lo sé, pero es así. Cuando el niño crece y la pareja se ocupa menos de él, entonces los padres se vuelven a fijar el uno en el otro como pareja y se dan cuenta de que ya no saben de qué hablar cuando están solos o que no se llevan tan bien como pensaban. O se cuida la relación en todo momento o se va a pique.
¿Qué se puede hacer?
Es habitual que cuando hay hijos, no hay tiempo apenas para la pareja por la gran dedicación que exigen los pequeños, porque laboralmente se exprime mucho… Y si la pareja te dice «vamos a salir a tomar algo», es probable que se lleve un «no» por respuesta porque lo que quiere es dormir. Sin embargo, hay que esforzarse para que la relación funcione. Hay que buscar huecos para la comunicación, no convertir cada conflicto en «el día de la marmota»…
A veces se explota demasiado en las discusiones porque todo lo que tiene que ver con una relación emocional genera esta situación. En muchas ocasiones se tiene la idea de que la persona que está a tu lado parece que te tiene que aguantar todo y dejas de tener cuidado y mimar la relación.
En el despacho les decimos a las parejas, «¿te acuerdas cómo os hablabais, cómo os enamorasteis, qué te gustaba de las charlas, qué temas tratabais…? Es bueno recuperarlo para no estar centrados siempre en el conflicto de la relación. Hay que cortarse en las discusiones, echarse para atrás, morderse la lengua. A veces hay que saber decir este tema no merece la pena discutirlo, esto sí porque si no me va a quedar un resquemor tan grande que la próxima vez, a la mínima, uno salta como una pantera y sin llegar a ninguna parte. Lo que hay que ser conscientes es de que mantener una relación mucho tiempo es muy complicado, sino no escribiríamos libros.
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