A los adolescentes solo hay que prohibirles 4 cosas

Rocío Ramos-Paúl, Supernanny, y Luis Torres, autores de «Un extraño en casa» reflexionan sobre cómo llevarse mejor con los hijos en esta etapa

Diario ABC 06/10/2015 – 15.16h

«La clave es negociar y supervisar más que prohibir y acompañar»

«Los padres tienen mucho miedo porque no pueden estar viendo todo lo que hace su hijo»

Si todos los adultos han pasado por la adolescencia, ¿por qué cuando los hijos llegan a ella muchos padres piensan que tienen un extraño en casa?

–Porque el niño que tenían, de repente, cambia. Y aunque lo saben no suelen reconocer esos cambios tan característicos de esta etapa de la vida. Antes era buen estudiante, contaba en casa las cosas que le ocurrían… Los padres se piensan que su hijo siempre va a ser así. Pero no: la adolescencia revoluciona todo. El niño obediente ahora es rebelde, no quiere hablar, se encierrra en su habitación… Los padres llegan preocupados a nuestra consulta y nos dicen «no entiendo qué le pasa». Nuestra respuesta es clara: «es que es adolescente». «¡Ahhhh, claro!», responden con cierto alivio. Tampoco hay dos adolescencias iguales y quizá no nos identificamos o no nos reconocemos en él. El único consuelo es que esta etapa es como una gripe y en cuanto el joven cumpla los 20 años, padres e hijo volverán a llevarse bien.

¿Cómo es posible que los padres no perciban la llegada de la adolescencia?

–Porque el día a día nos come y no hay una fecha determinada en la que, de la noche a la mañana, se pase de la niñez a la adolescencia. Además, existe una tendencia a realizar de las características de esta etapa «patologías». «Es que mi hijo es muy radical», dicen los padres. Pues claro, tiene que serlo, no le pasa nada; para definirse y tener opinión debe ser así. «Hace lo que le da la gana. Es impulsivo». Efectivamente, es que es necesario para poder controlarse luego. «Es que duerme un montón, es un vago». No, no lo es, es que está en una etapa en que la que necesita dormir más.

No habla, está de mal humor, se encierra en su habitación… ¿También habrá aspectos positivos en la adolescencia, no?

–Los padres deben ver también en esta etapa unos años especialmente divertidos. Hay que valorar la espontaneidad que tienen, sus retos y que todo les parece nuevo porque están ensayando como adultos y es precioso acompañarles en estas experiencias de nuevas parejas, de salir, de ayudarles a saber quiénes son sus verdaderos amigos, qué quieren ser profesionalmente. Supone un momento muy especial el ver cómo van formando sus opiniones sobre el mundo y la nueva forma de comunicarse con ellos, más de adulto a adulto.

Si, pero la mayoría de las veces, la opinión de los padres suele ser rechazada por los jóvenes.

—Lo primero que valoran es la opinión de los amigos. La de los padres la rechazan un poco por su edad y su forma de ser pero, en el fondo, les queda interiorizada. Con el tiempo recuerdan «mi padre siempre me decía esto, lo otro…», a pesar de que ahora digan «mis amigos saben más, tú no te enteras de nada». Al final, para definirse como adultos empiezan manifestando un rechazo de lo que ya conocen y se acercan más a su grupo. Pero, ¿se olvidan de lo que los padres les dicen? ¡Nooo!, pero hacen como un paréntesis. Los hijos no se olvidan nunca de lo que les decimos, el mensaje permanece ahí, silencioso, pero luego es lo que más fuerza tiene cuando pasa el tiempo.

¿Por qué parece que están siempre enfadados y con los amigos felices? ¿Es todo esfecto de las hormonas?

–Hay parte de hormonas y algo de rechazo a todo lo que venga impuesto, a las exigencias, los esfuerzos. Los padres se pasan el día diciéndoles «recoge la habitación, saca la basura, deja ya el móvil, no puedes llegar más tarde de tal hora…». Tienen la sensación de que los padres les hacen la vida imposible. Aún así, entran en una contradicción importantísima porque, a pesar de sentirse agobiados, también demandan que los padres estén pendientes de ellos. Todavía no son adultos ni responsables y necesitan que les digas «no vas a esta fiesta, pero podrás venir a dormir con un amigo a casa». Se pondrán hechos un basilisco, pero si el padre no hace eso, a ellos le dará la sensación de que sus padres no se preocupan y perderán su propia estabilidad. Las normas y los límites tienen que estar presentes, aunque no los acepten, griten, contesten mal… ver más

 

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