En Psicología Infantil las rabietas están enmarcadas en torno a los dos tres años aunque actualmente podríamos hablar de un comienzo más precoz entorno al año y medio que se alarga más allá de los tres y medio. Pero conviene recordar que es evolutivamente sano que aparezcan las rabietas. El niño que permanece callado y acata todo lo que le dicen sin rechistar es mucho más preocupante.
De repente descubres que su discurso está plagado de: “yo solo”, “no recojo”, “no como” acompañado de lloros, gritos y otras lindezas para preguntarte “¿Dónde ha aprendido a hacer eso?”. Tranquilidad, solo es su forma de mostrar desacuerdo y/o de decirte que le pasa algo, no saben hacerlo de otra forma y tienes que ayudarle a que aprenda.
Cuando empecemos a notar que el niño muestra su desacuerdo con lloros, pataletas, gritos o arrojando cosas y que cada vez lo hace con más frecuencia tendrás que aplicar las siguientes pautas para acabar con las rabietas:
- Ignora su conducta y sigue haciendo lo que estabas haciendo o inicia una nueva tarea. Es lo mismo que decirle “esto no te vale, si quieres algo tienes que aprender a pedirlo de otra forma”.
- Dile en primera persona: “me estoy enfadando mucho”. Tiene que aprender que su comportamiento tiene consecuencias en los demás.
- Añade palabras cortas pero de manera firme, que puedan ayudarle a dejar su comportamiento: “basta”, “se acabó”. Se convierten en señales de que la rabieta tiene que parar y le ayudan a identificar que su comportamiento no es el adecuado.
- Tranquilamente cuéntale que no vas a hacer caso de lo que te pide: “lo siento no voy a comprarte chuches”. Tu actitud relajada es la que le enseña cómo enfrentar situaciones de conflicto y le convence de que sus lloros no son válidos para obtener lo que quiere.
- Si no cesa la rabieta, añade en tono firme: “no voy a hacerte caso hasta que estés más tranquilo….”. La atención de los padres es lo más preciado para los niños entienden que eso no es válido y desaparece de su repertorio de comportamientos. Hay que poner especial cuidado en expresar en este punto lo que queremos que haga.
- Retírate de la situación y dale un tiempo (un minuto por año) para que cambie de actitud mientras tú sigues con tu tarea. Irse de la situación permite en muchos casos que el niño se tranquilice simplemente porque no estamos pendientes de su conducta y entonces no le vale para llamar nuestra atención.
- Pasado el tiempo establecido y si no se ha pasado repite los pasos 5 y 6. Recuerda que las primeras veces le costará entender tu nueva actitud y la rabieta se intensificará (gritará más, hará cosas que no había hecho hasta ahora) sólo si te mantienes firme hasta que se tranquilice será válida esta técnica.
- Si cambia de actitud, inmediatamente dile “cómo me gusta que estés así de tranquilo y podamos seguir con nuestro paseo”. Sin este paso no tiene sentido todo lo anterior, porque el objetivo es que aprenda a expresar de forma tranquila lo que desea y eso solo lo aprende si sus padres le felicitan cuando lo consigue.
¡Felicítale está aprendiendo que en la vida hay límites que si respetamos, nos facilitan la vida!
Y el próximo los errores más frecuentes…