Muchas veces contamos a los padres que la adolescencia es como la gripe, se pasa y uno sale fortalecido si se ha puesto remedio a los síntomas.
Y es que el conflicto es el síntoma de esta gripe y la negociación el remedio que la cura. A los padres les cuesta entenderlo porque implica ceder. Ellos hablan de “dar su brazo a torcer” de “dejar que su hijo se salga con la suya”. Creednos cuando os contamos que vemos muchas familias en conflicto y tras aprender a negociar crean una nueva forma de relación. Los padres, porque sientan las bases para tratar a sus hijos cómo los adultos en los que se están convirtiendo. Los hijos, porque sienten que sus padres han sabido adaptarse a las nuevas situaciones y entenderles en esta etapa. No en pocas ocasiones, nos encontramos padres que han sido muy eficaces resolviendo las dificultades de la infancia de sus hijos y se vuelven ineficaces cuando sus hijos entran en la adolescencia.
Las expectativas hacia los hijos requieren cambios en esta etapa. En la adolescencia la forma de vestir, de actuar, los estudios, las novias o las decisiones que van tomando no cuadran con lo previsto. Aparece la decepción en los padres que genera conflictos y problemas en la relación con sus adolescentes: “siento no ser el hijo que querías que fuera. A mí también me gustaría que mis padres fueran de otra manera. Pero es lo que hay y prefiero disfrutar de ello”. Le dijo un adolescente a su padre dándole una lección de realidad que les llevó a abrazarse antes de reconocer lo mucho que se querían.
La adolescencia es también experimentación, probar actuaciones en situaciones nuevas de todo tipo incluidas las “conductas arriesgadas”. Esas que a los padres les ponen los pelos de punta: sexo, alcohol, drogas… y no es para menos, en todas hay riesgo. Lo que cada padre haya hecho hasta aquí en cuanto a normas, límites y hábitos será decisivo pero no determinante. Nunca es tarde para empezar a hacer las cosas de otra forma.
Dos claves para empezar actuar son:
- Es bueno cuestionarse las propias opiniones acerca de estas situaciones, antes de que ocurran.
- Normas y límites han de ayudaros a conseguir retrasar la edad de inicio en estas conductas de riesgo.
Experimentar forma parte de lo que se espera en los adolescentes, el problema es que hoy las edades a las que se inician son demasiado tempranas y no tienen los recursos personales de auto control necesarios para enfrentarlas. Así que sin miedo sigamos poniendo normas y pidiendo responsabilidades a su comportamiento porque lo necesitan. Aunque ahora tengan que ser negociadas.
Los hijos son lo que más queréis los padres y por tanto lo que más os preocupa. En esta etapa educativa buscad un momento, un tiempo en el que recordar por qué queréis tanto a ese extraño en el que se ha convertido vuestro hijo y…. DECÍDSELO.