El juego es una actividad aparentemente sin importancia, a la que los niños destinan la mayor parte de su tiempo ¿por algo será?.
Merece la pena dedicar un tiempo de reflexión a lo que el juego les enseña, a la importancia que tiene para su adaptación posterior a la realidad o para expresar lo que sienten y piensan, pero sobre todo merece la pena compartir con ellos tiempo destinado a esta actividad.
Cuando los niños juegan
Con el juego investigan, exploran, crean, imitan en definitiva aprenden. Jugar es un derecho de todos los niños y las agendas extraescolares o las prisas del día a día no deberían ser impedimento para ello.
Un ejercicio formidable es escuchar detrás de la puerta los relatos sobre lo que imaginan, u observarles cuando organizan libremente su acción sin tiempos, ni presiones. Descubrirás lo enriquecedor y por que no divertido del juego es posible que incluso te haga recodar tiempos en los que tú invertías el mismo tiempo en jugar y te animes a enseñarle como lo hacías. Ampliando su espectro de actividades lúdicas y desarrollando una relación afectiva que nace de establecer actividades en común. Porque a todos nos sigue gustando jugar, solo hay que decidir darse un tiempo para ello.
¿Qué juego es el más apropiado en cada edad?, ¿Cuántos son muchos juegos? ¿Qué pasa si mi hijo no juega? ¿Hay que dejarle que juegue solo? ¿Tengo que dirigir su juego, dejarle ganar siempre…. Son algunas de vuestras preguntas más frecuentes y a las que intentaré dar respuesta más adelante.
Es relativamente fácil contar cómo hacerlo pero lo principal, el juego insustituible, el que de verdad ayuda a tu hijo en su desarrollo es el que realiza con papá y/o mamá. Creedme ese es el mejor juego de todos.